La educación socialista en México:
1933-1945
Como parte de un movimiento de masas que a comienzos de los treinta y
durante más de un decenio se mantuvo vigente en México, la educación inspirada
en el socialismo combatió frontalmente al fanatismo religioso y la ignorancia.
Con el declive del cardenismo este proyecto educativo fue reemplazado por otro,
que debía responder a las necesidades del alemanismo que ya se vislumbraba.
En el escaso tiempo de una docena de años se
libró en México una de las batallas más intensas en contra de la educación
anacrónica y retrógrada que predominaba en todos los niveles.
Los primeros planteamientos elaborados ya con
precisión para que aconteciera un cambio se aprobaron en el Congreso Pedagógico
reunido en Jalapa en 1932. Entre los compromisos establecidos por los
concurrentes destacaban: “fortalecer en los educandos el concepto materialista
del mundo” y “combatir los prejuicios religiosos que sólo han servido para
matar la iniciativa individual”.
En 1933 la campaña en apoyo a la candidatura del
general Lázaro Cárdenas a la Presidencia de la República abarcaba ya a sectores
proletarios, estudiantiles y políticos. En esa campaña se preconizaba una
reforma al Artículo 3º constitucional para, como se sostuvo en la Convención
Nacional Estudiantil Pro-Cárdenas, reunida en Morelia, Michoacán, el 16 de
julio de 1933, sustituir la enseñanza laica de los establecimientos oficiales
de educación primaria y superior “por la educación integral socialista”. Frente
a tales propuestas la Universidad Nacional se mantenía como un centro
conservador de oposición al programa educativo y social de la Revolución.
Las dos posiciones quedaron en evidencia durante
el debate que sostuvieron el marxista Vicente Lombardo Toledano y Antonio Caso,
defensor del sector espiritualista, católico, conservador y
contrarrevolucionario, apoyado éste por la prensa de derecha, por los
estudiantes y profesores de esa orientación, e incluso por el presidente de la
República Abelardo L. Rodríguez.
Por su parte la Confederación de Partidos
Socialistas, en sesión celebrada en Veracruz el 29 de julio de 1933, en
candente análisis, sostuvieron la tesis del socialismo científico.
En 1933 el bloque del Partido Nacional
Revolucionario, durante la XXXV Legislatura Federal, designó una comisión
especial, presidida por el diputado michoacano Alberto Bremauntz Martínez, para
que estudiara el problema educativo y presentara una iniciativa para reformar
el Artículo 3º Constitucional. Entre las auscultaciones la comisión tomó muy en
cuenta la posición del precandidato Lázaro Cárdenas.
El 20 de diciembre de 1933 la comisión formuló
un primer proyecto. Para el Artículo 3º puntualizaba: “La educación que se
imparta será socialista en sus orientaciones y tendencias, pugnando porque
desaparezcan prejuicios y dogmas religiosos, y se cree la verdadera solidaridad
humana sobre las bases de una socialización progresiva de los medios de
producción.”
Personajes del poder como el presidente Abelardo
L. Rodríguez aceptaban combatir al clero, destruir el fanatismo religioso,
librar una guerra a muerte contra el sectarismo religioso; pero consideraban
más amenazante el sectarismo socialista.
Los comisionados, a pesar de la fuerza política
de los opositores, decidieron por unanimidad continuar con la defensa de su
proyecto y recibieron entusiastas apoyos de maestros profesores y políticos de
todo el país, en especial de Lázaro Cárdenas y de Plutarco Elías Calles cuando
el Partido Nacional Revolucionario se aprestaba a elaborar el Plan Sexenal.
“Consideramos que los señores generales Calles y Cárdenas –señalaron
públicamente los comisionados– han marcado el preciso momento histórico del
país, para orientar la enseñanza hacia el ideal socialista”.
El 8 de octubre de 1934 fue aprobado por la
Cámara de Diputados el dictamen de las comisiones ampliamente discutido, y así
quedaron reformados los artículos 3º y 73 fracción XXV, en términos que
comenzaban puntualizando: “La educación que imparta el Estado será socialista,
y, además de excluir toda doctrina religiosa, combatirá el fanatismo y los
prejuicios, para lo cual la escuela organizará sus enseñanzas y actividades en
forma que permita crear en la juventud un concepto racional y exacto del
Universo y de la vida social.”
Cuando en la discusión le tocó el turno al
diputado Arnulfo Pérez precisó: “La Escuela Socialista va a despertar en la
niñez un sentimiento de rebelión, un sentimiento de repulsión incontenible
contra todos los latrocinios cometidos por la plutocracia, amparada en las leyes
individuales y respaldadas por el poder público. La Escuela Socialista va a
formar en los niños el sentido de clase, indispensable para la organización de
las masas y para realizar tarde o temprano la Revolución Proletaria.”
El día 28 de octubre de 1934, el Comité Nacional
Proletario, defensor de la reforma, llevó a cabo una grandiosa manifestación de
respaldo a la educación socialista, con 150 mil asistentes, según publicó el
periódico El Nacional. Desde la sede del PNR, el candidato Cárdenas expresó su
punto de vista: “La Escuela Socialista llegará a convertirse en un foco de sana
actividad social que identifique la vida del pueblo con la escuela misma,
formando un todo homogéneo, un centro de interés que ayude a purificar el
medio, combatiendo los vicios y creando hábitos de trabajo y facilitando los
recursos técnicos y cuya actividad se extenderá de la acción del maestro
revolucionario, guiador y orientador de las voluntades de acción de todos.”
Los sectores enemigos de la educación socialista
lanzaron protestas y ataques contra la reforma y provocaron martirios y
asesinatos de muchos maestros. Los actores de los crímenes nunca fueron
castigados, pese a que sus crímenes se extendieron por Aguascalientes, Durango,
Jalisco, Michoacán, Morelos, Nayarit, Oaxaca, Puebla, Querétaro, Tamaulipas,
Veracruz, Campeche y Zacatecas.
Ya siendo presidente de la República, Cárdenas
defendió con denuedo la Educación Socialista. Baste como ejemplo un breve
párrafo del discurso que pronunció el 30 de marzo de 1936. “Es mentira que la
enseñanza socialista sea agente de disolución de los hogares y mentira también
que ella pervierta a los hijos y los aparte de los padres. La Educación
Socialista prepara al niño para que sepa cumplir, cuando hombre, con sus
deberes de solidaridad dentro de una espíritu fraternal para sus compañeros de
clase. La Escuela Socialista hará hombres más fuertes, más conscientes de sus
responsabilidades y más dotados para actuar dentro de una organización social
justa y un medio económico de acelerada evolución. Por lo demás, ni el Gobierno
ni los maestros socialistas se ocupan de atacar las creencias religiosas”.
En sus días de exilio Elías Calles declaró a Los
Ángeles Times (2 de junio de 1936): “Yo no estoy de acuerdo con las presentes
tendencias comunistas en México. No temo a las nuevas ideas, pero no creo que
los principios sustentados por el presente gobierno son aplicables a mi país”.
Por su parte Manuel Gómez Morín, rector de la Universidad Nacional, formuló
declaraciones atacando la Educación Socialista y defendiendo la libertad de
cátedra.
Después de tomar posesión de la Presidencia el
general Manuel Ávila Camacho, los elementos reaccionarios iniciaron, en 1941,
una intensa campaña contra la educación socialista, pidiendo la derogación del
Artículo 3º. De todos modos había dejado de tener vigencia al faltarle
Cárdenas, su principal defensor. Ávila Camacho primero promulgó una nueva Ley
Orgánica de la Educación y en 1945 se modificó el texto constitucional. El
proyecto alemanista que ya comenzaba a perfilarse requería otro tipo de
enseñanza, y no las reformas progresistas y democráticas instauradas por el
régimen cardenista.
La educación socialista en México:
1933-1945
Como parte de un movimiento de masas que a comienzos de los treinta y
durante más de un decenio se mantuvo vigente en México, la educación inspirada
en el socialismo combatió frontalmente al fanatismo religioso y la ignorancia.
Con el declive del cardenismo este proyecto educativo fue reemplazado por otro,
que debía responder a las necesidades del alemanismo que ya se vislumbraba.
En el escaso tiempo de una docena de años se
libró en México una de las batallas más intensas en contra de la educación
anacrónica y retrógrada que predominaba en todos los niveles.
Los primeros planteamientos elaborados ya con
precisión para que aconteciera un cambio se aprobaron en el Congreso Pedagógico
reunido en Jalapa en 1932. Entre los compromisos establecidos por los
concurrentes destacaban: “fortalecer en los educandos el concepto materialista
del mundo” y “combatir los prejuicios religiosos que sólo han servido para
matar la iniciativa individual”.
En 1933 la campaña en apoyo a la candidatura del
general Lázaro Cárdenas a la Presidencia de la República abarcaba ya a sectores
proletarios, estudiantiles y políticos. En esa campaña se preconizaba una
reforma al Artículo 3º constitucional para, como se sostuvo en la Convención
Nacional Estudiantil Pro-Cárdenas, reunida en Morelia, Michoacán, el 16 de
julio de 1933, sustituir la enseñanza laica de los establecimientos oficiales
de educación primaria y superior “por la educación integral socialista”. Frente
a tales propuestas la Universidad Nacional se mantenía como un centro
conservador de oposición al programa educativo y social de la Revolución.
Las dos posiciones quedaron en evidencia durante
el debate que sostuvieron el marxista Vicente Lombardo Toledano y Antonio Caso,
defensor del sector espiritualista, católico, conservador y
contrarrevolucionario, apoyado éste por la prensa de derecha, por los
estudiantes y profesores de esa orientación, e incluso por el presidente de la
República Abelardo L. Rodríguez.
Por su parte la Confederación de Partidos
Socialistas, en sesión celebrada en Veracruz el 29 de julio de 1933, en
candente análisis, sostuvieron la tesis del socialismo científico.
En 1933 el bloque del Partido Nacional
Revolucionario, durante la XXXV Legislatura Federal, designó una comisión
especial, presidida por el diputado michoacano Alberto Bremauntz Martínez, para
que estudiara el problema educativo y presentara una iniciativa para reformar
el Artículo 3º Constitucional. Entre las auscultaciones la comisión tomó muy en
cuenta la posición del precandidato Lázaro Cárdenas.
El 20 de diciembre de 1933 la comisión formuló
un primer proyecto. Para el Artículo 3º puntualizaba: “La educación que se
imparta será socialista en sus orientaciones y tendencias, pugnando porque
desaparezcan prejuicios y dogmas religiosos, y se cree la verdadera solidaridad
humana sobre las bases de una socialización progresiva de los medios de
producción.”
Personajes del poder como el presidente Abelardo
L. Rodríguez aceptaban combatir al clero, destruir el fanatismo religioso,
librar una guerra a muerte contra el sectarismo religioso; pero consideraban
más amenazante el sectarismo socialista.
Los comisionados, a pesar de la fuerza política
de los opositores, decidieron por unanimidad continuar con la defensa de su
proyecto y recibieron entusiastas apoyos de maestros profesores y políticos de
todo el país, en especial de Lázaro Cárdenas y de Plutarco Elías Calles cuando
el Partido Nacional Revolucionario se aprestaba a elaborar el Plan Sexenal.
“Consideramos que los señores generales Calles y Cárdenas –señalaron
públicamente los comisionados– han marcado el preciso momento histórico del
país, para orientar la enseñanza hacia el ideal socialista”.
El 8 de octubre de 1934 fue aprobado por la
Cámara de Diputados el dictamen de las comisiones ampliamente discutido, y así
quedaron reformados los artículos 3º y 73 fracción XXV, en términos que
comenzaban puntualizando: “La educación que imparta el Estado será socialista,
y, además de excluir toda doctrina religiosa, combatirá el fanatismo y los
prejuicios, para lo cual la escuela organizará sus enseñanzas y actividades en
forma que permita crear en la juventud un concepto racional y exacto del
Universo y de la vida social.”
Cuando en la discusión le tocó el turno al
diputado Arnulfo Pérez precisó: “La Escuela Socialista va a despertar en la
niñez un sentimiento de rebelión, un sentimiento de repulsión incontenible
contra todos los latrocinios cometidos por la plutocracia, amparada en las leyes
individuales y respaldadas por el poder público. La Escuela Socialista va a
formar en los niños el sentido de clase, indispensable para la organización de
las masas y para realizar tarde o temprano la Revolución Proletaria.”
El día 28 de octubre de 1934, el Comité Nacional
Proletario, defensor de la reforma, llevó a cabo una grandiosa manifestación de
respaldo a la educación socialista, con 150 mil asistentes, según publicó el
periódico El Nacional. Desde la sede del PNR, el candidato Cárdenas expresó su
punto de vista: “La Escuela Socialista llegará a convertirse en un foco de sana
actividad social que identifique la vida del pueblo con la escuela misma,
formando un todo homogéneo, un centro de interés que ayude a purificar el
medio, combatiendo los vicios y creando hábitos de trabajo y facilitando los
recursos técnicos y cuya actividad se extenderá de la acción del maestro
revolucionario, guiador y orientador de las voluntades de acción de todos.”
Los sectores enemigos de la educación socialista
lanzaron protestas y ataques contra la reforma y provocaron martirios y
asesinatos de muchos maestros. Los actores de los crímenes nunca fueron
castigados, pese a que sus crímenes se extendieron por Aguascalientes, Durango,
Jalisco, Michoacán, Morelos, Nayarit, Oaxaca, Puebla, Querétaro, Tamaulipas,
Veracruz, Campeche y Zacatecas.
Ya siendo presidente de la República, Cárdenas
defendió con denuedo la Educación Socialista. Baste como ejemplo un breve
párrafo del discurso que pronunció el 30 de marzo de 1936. “Es mentira que la
enseñanza socialista sea agente de disolución de los hogares y mentira también
que ella pervierta a los hijos y los aparte de los padres. La Educación
Socialista prepara al niño para que sepa cumplir, cuando hombre, con sus
deberes de solidaridad dentro de una espíritu fraternal para sus compañeros de
clase. La Escuela Socialista hará hombres más fuertes, más conscientes de sus
responsabilidades y más dotados para actuar dentro de una organización social
justa y un medio económico de acelerada evolución. Por lo demás, ni el Gobierno
ni los maestros socialistas se ocupan de atacar las creencias religiosas”.
En sus días de exilio Elías Calles declaró a Los
Ángeles Times (2 de junio de 1936): “Yo no estoy de acuerdo con las presentes
tendencias comunistas en México. No temo a las nuevas ideas, pero no creo que
los principios sustentados por el presente gobierno son aplicables a mi país”.
Por su parte Manuel Gómez Morín, rector de la Universidad Nacional, formuló
declaraciones atacando la Educación Socialista y defendiendo la libertad de
cátedra.
Después de tomar posesión de la Presidencia el
general Manuel Ávila Camacho, los elementos reaccionarios iniciaron, en 1941,
una intensa campaña contra la educación socialista, pidiendo la derogación del
Artículo 3º. De todos modos había dejado de tener vigencia al faltarle
Cárdenas, su principal defensor. Ávila Camacho primero promulgó una nueva Ley
Orgánica de la Educación y en 1945 se modificó el texto constitucional. El
proyecto alemanista que ya comenzaba a perfilarse requería otro tipo de
enseñanza, y no las reformas progresistas y democráticas instauradas por el
régimen cardenista.