martes, 22 de enero de 2013

Educación socialista en México


 

“La educación que imparte el estado, será socialista en sus orientaciones y tendencias pugnando porque desaparezcan los prejuicios y dogmatismos religiosos, creando la verdadera solidaridad humana y la socialización progresiva de los medios de producción

Artículo 3 de la Constitución Mexicana, 1934

Durante el Cardenismo, la educación pública de México sufrió una gran transformación al declararse socialista y emprender una serie de campañas populares. 

INTRODUCCIÓN


La educación socialista que se implemento en México en los años de 1934 a 1945 es una de las experiencias educativas más singulares que se han conocido en América Latina. Esta reforma educativa tuvo una vigencia real solamente durante el sexenio del presidente Lázaro Cárdenas de 1934- 1940, pues el gobierno de Manuel Avila Camacho de 1940- 1946 le dio otro rumbo a la educación pública hacia una línea más liberal.
Pese a su corta duración este proyecto educativo, según Gilberto Guevara Niebla fue “Objeto de una polémica turbulenta que dividió a la cultura nacional, la educación socialista cristalizo, sin embargo, en una obra de importancia decisiva en la construcción del México moderno y produjo un conjunto de enseñanzas de gran valor Histórico”

En este trabajo expondremos algunas consideraciones sobre su origen, estableceremos el contenido general del proyecto, y posteriormente estableceremos una pequeña reflexión sobre lo que motivo su cancelación.
Concluiremos con la exposición de algunas ideas generales del problema que en mi opinión son rescatables para la problemática actual.

El origen




 






EL ORIGEN


Respecto al origen de la reforma de 1934, se presentan fundamentalmente dos elementos que inciden hacia el desarrollo de un proyecto socialista para la educación en el país. Un primer elemento es la influencia del pensamiento socialista internacional, que ya desde finales del siglo XIX había empezado a tener una difusión a escala mundial, la cual alcanza su nivel más alto con el triunfo de la revolución de Octubre de 1917 en Rusia. En el país el ejemplo soviético convenció a muchos que era posible realizar cambios revolucionarios hacia el socialismo y se promovió con más fuerza la reforma agraria radical, la lucha por ampliar los derechos obreros y transformar las estructuras sociales. La educación por tanto se transforma en un elemento importantisimo en el desarrollo de un proyecto revolucionario radical para la sociedad mexicana.

Un segundo elemento fue el impulso todavía fresco del proceso de la revolución mexicana, que cobro nuevos bríos con la crisis económica mundial de 1929 que golpeo duramente a los trabajadores mexicanos, presentándose un asenso en la lucha popular. “Posiblemente en tanto a discurso, la educación socialista mexicana tenga conexión con educación socialista de la URSS, pero no se trato, evidentemente, de un acto de imitación sino de un fenómeno nacional que nació y evoluciono conforme a las circunstancias mexicanas de aquella época.”[2]

Esta propuesta socialista hacia la educación, tuvo antecedentes en experiencias educativas alentadas por sindicatos y grupos obreros desde antes de la revolución: la escuela racionalista establecida en la Casa del Obrero Mundial en 1912 con el apoyo del gobernador Felipe Carrillo Puerto, y en Tabasco, con el gobernador Tomas Garrido Canabal.

 La escuela racionalista se basaba en las ideas del anarquista español Francisco Ferrer Guardia.
“Hubo propuestas muy definidas de educación socialista en el Congreso Nacional de Estudiantes (1921), en el Congreso Pedagógico (Jalapa 1932) y en la segunda Convención de Maestros (Toluca 1933)”
El triunfo, en 1933 del General Lázaro Cárdenas significo el apogeo político de quienes desde dentro del partido pugnaban por promover profundas reformas sociales.



El plan sexenal del PNR de 1934-1940 contenía la propuesta de hacer la reforma socialista de la educación. En diciembre de 1933 la cámara de diputados había elaborado una propuesta. La iniciativa fue descartada por el presidente Abelardo Rodríguez, pero la promovió Calles, con su discurso conocido como el grito de Guadalajara. Tres días después se discutió en la cámara y fue aprobada la propuesta.

La reforma socialista de 1934 no solo supuso la introducción de una doctrina en la educación pública, definió además, por primera vez, la sujeción de la escuela privada a los programas oficiales. Por lo que provoco las protestas de las fuerzas clericales y conservadoras que habían venido oponiéndose a la intervención del estado en la educación. Por otra parte, las organizaciones obreras y campesinas se inclinaron por apoyar la reforma.
Se desato en todo el país una intensa discusión que involucro a todos los sectores de la sociedad. “La convulsión, que alcanzo su grado máximo en agosto y septiembre de 1934, fue fundamentalmente un fenómeno urbano y de la clase media”

Las autoridades eclesiales ante la inminencia de la aprobación de la reforma, amenazan con el excomulgar a todos los que apoyen, manden a sus hijos a las escuelas publicas. Finalmente en el mes de octubre el Congreso de la Unión aprueba la reforma y el 1º de diciembre de 1935 entra en vigor la educación socialista.


 
 

CONTENIDO DE LA PROPUESTA EDUCATIVA SOCIALISTA



CONTENIDO DE LA PROPUESTA EDUCATIVA SOCIALISTA

Comenzaremos plantando lo que se proponía realizar este proyecto para el país, según Gilberto Guevara:
a) Superar algunas de las limitaciones que reconocidamente tenía el modelo de la educación liberal.
b) Acrecentar la responsabilidad de la escuela en el cambio social; y
c) Apoyar un proyecto de desarrollo con rasgos nacionalistas y populares
La educación socialista pretendió educar a la sociedad para el cambio. Partiendo de una crítica a la concepción liberal vasconcelista de la educación, una parte importante de educadores mexicanos consideraban que toda propuesta educativa hacia la sociedad estaba vacía, si no contemplaba transformaciones de carácter económico y político.


 

Aunque no se produjeron estos cambios socialistas, el país durante el gobierno de Cárdenas inicio una etapa de importantes transformaciones sociales. “La organización de las masas populares, la reforma agraria, la nacionalización de ferrocarriles y el petróleo, la creación de empresas productivas estatales en energéticos, minería y otros campos, la organización colectiva de ejidos, la organización política del país que supuso la creación del PRM, el desarrollo de grandes obras de infraestructura y los avances de la industria y otros cambios...modificaron radicalmente la estructura e imagen de la sociedad mexicana y tuvieron un sentido nacionalista y popular. La escuela sirvió de apoyo a estos cambios.

 

El nuevo rostro de la educación





La transformación del sistema educativo era fundamental para la mecánica del Cardenismo: sin una educación acorde con los principios y los ideales del nuevo gobierno, las reformas no podrían sobrevivir más allá del sexenio. Por esta razón, Cárdenas inició una profunda transformación del sistema escolar.

Bajo el amparo de una suerte de filosofía de la educación socialista -que en realidad sólo pretendía la preparación de los estudiantes para desempeñar un trabajo en aras del bien común-, la propuesta educativa de Lázaro Cárdenas pretendía alcanzar las siguientes metas:

* Disminuir el analfabetismo al máximo posible, pues a pesar del esfuerzo que algunos gobiernos.
Revolucionarios emprendieron en este sentido, los resultados eran desalentadores: una buena parte de los mexicanos aún no sabían leer y escribir.

* Incorporar a los sectores menos favorecidos de la sociedad a la educación elemental. Para esto era necesario que los servicios educativos llegaran a los sitios más lejanos por medio de misiones culturales.

* Capacitar científica y tecnológicamente a la población para desempeñar sus trabajos y fortalecer el desarrollo económico del país.

* Incrementar el número de escuelas y profesores.

 


 
Con el fin de lograr las primeras dos metas, Cárdenas no sólo incrementó el presupuesto de la Secretaría de Educación Pública, sino que también destacó un ejército de profesores rurales en misiones que tenían el objetivo de alfabetizar, instruir, capacitar para el trabajo y des fanatizar a los campesinos. Asimismo, las misiones culturales buscaban atender a la población con primeros auxilios, consejos nutricionales y sistemas de construcción y mejoramiento de sus viviendas.

Como resultado del llamado del presidente Cárdenas, cientos de profesores se sumaron a este esfuerzo y enfrentaron el reto de encontrarse con un campesinado que todavía no olvidaba las heridas de la cristiada y, en más de una ocasión, vació el odio acumulado en los miembros de las misiones culturales. Por esta razón no fue casual que muchas de ellas -al intentar iniciar el proceso de "desfanatización"- encendieran una mecha que parecía estar apagada.

Evidentemente, los proyectos educativos del Cardenismo no miraban con buenos ojos a la Universidad Nacional Autónoma de México. Desde la perspectiva del Cardenismo, la UNAM cometía un terrible pecado: fomentaba el individualismo entre sus alumnos y les restaba su responsabilidad social. A pesar de las contribuciones de la máxima casa de estudios al programa de servicio social, la desconfianza no disminuyó e, incluso, se materializó en la reducción del subsidio gubernamental, principal sostén de la universidad.

Incluso, como una suerte de contrapeso de la UNAM, el Cardenismo fundó una nueva institución educativa que era perfectamente acorde con sus ideas políticas: el Instituto Politécnico Nacional. Desde el punto de vista del presidente, el IPN no sólo contribuiría al desarrollo tecnológico del país con estudiantes altamente capacitados, sino que también evitaría que el individualismo marcara su destino gracias al fomento de un fuerte compromiso con la sociedad.

El compromiso del Cardenismo con la educación también tuvo un impacto en el arte y algunas ciencias sociales: el muralismo -cuya génesis se verificó durante el gobierno de Álvaro Obregón- recuperó su fortaleza y los muros públicos se llenaron de sus consignas, mientras que sus creadores se organizaban en torno a la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios; por su parte, la música intentó -y en algunos casos logró con gran éxito- convertirse en un arte mexicanísimo y la antropología recibió las bendiciones del régimen apoyando a Alfonso Caso.

Aparentemente, todas las acciones del Cardenismo iban en el rumbo adecuado; sin embargo, en 1940, el país tendría que tomar un nuevo camino.


La educación socialista en México: 1933-1945


La educación socialista en México: 1933-1945

 

Como parte de un movimiento de masas que a comienzos de los treinta y durante más de un decenio se mantuvo vigente en México, la educación inspirada en el socialismo combatió frontalmente al fanatismo religioso y la ignorancia. Con el declive del cardenismo este proyecto educativo fue reemplazado por otro, que debía responder a las necesidades del alemanismo que ya se vislumbraba.



En el escaso tiempo de una docena de años se libró en México una de las batallas más intensas en contra de la educación anacrónica y retrógrada que predominaba en todos los niveles.


 


 



Los primeros planteamientos elaborados ya con precisión para que aconteciera un cambio se aprobaron en el Congreso Pedagógico reunido en Jalapa en 1932. Entre los compromisos establecidos por los concurrentes destacaban: “fortalecer en los educandos el concepto materialista del mundo” y “combatir los prejuicios religiosos que sólo han servido para matar la iniciativa individual”.

En 1933 la campaña en apoyo a la candidatura del general Lázaro Cárdenas a la Presidencia de la República abarcaba ya a sectores proletarios, estudiantiles y políticos. En esa campaña se preconizaba una reforma al Artículo 3º constitucional para, como se sostuvo en la Convención Nacional Estudiantil Pro-Cárdenas, reunida en Morelia, Michoacán, el 16 de julio de 1933, sustituir la enseñanza laica de los establecimientos oficiales de educación primaria y superior “por la educación integral socialista”. Frente a tales propuestas la Universidad Nacional se mantenía como un centro conservador de oposición al programa educativo y social de la Revolución.

Las dos posiciones quedaron en evidencia durante el debate que sostuvieron el marxista Vicente Lombardo Toledano y Antonio Caso, defensor del sector espiritualista, católico, conservador y contrarrevolucionario, apoyado éste por la prensa de derecha, por los estudiantes y profesores de esa orientación, e incluso por el presidente de la República Abelardo L. Rodríguez.

Por su parte la Confederación de Partidos Socialistas, en sesión celebrada en Veracruz el 29 de julio de 1933, en candente análisis, sostuvieron la tesis del socialismo científico.

En 1933 el bloque del Partido Nacional Revolucionario, durante la XXXV Legislatura Federal, designó una comisión especial, presidida por el diputado michoacano Alberto Bremauntz Martínez, para que estudiara el problema educativo y presentara una iniciativa para reformar el Artículo 3º Constitucional. Entre las auscultaciones la comisión tomó muy en cuenta la posición del precandidato Lázaro Cárdenas.

El 20 de diciembre de 1933 la comisión formuló un primer proyecto. Para el Artículo 3º puntualizaba: “La educación que se imparta será socialista en sus orientaciones y tendencias, pugnando porque desaparezcan prejuicios y dogmas religiosos, y se cree la verdadera solidaridad humana sobre las bases de una socialización progresiva de los medios de producción.”

Personajes del poder como el presidente Abelardo L. Rodríguez aceptaban combatir al clero, destruir el fanatismo religioso, librar una guerra a muerte contra el sectarismo religioso; pero consideraban más amenazante el sectarismo socialista.

Los comisionados, a pesar de la fuerza política de los opositores, decidieron por unanimidad continuar con la defensa de su proyecto y recibieron entusiastas apoyos de maestros profesores y políticos de todo el país, en especial de Lázaro Cárdenas y de Plutarco Elías Calles cuando el Partido Nacional Revolucionario se aprestaba a elaborar el Plan Sexenal. “Consideramos que los señores generales Calles y Cárdenas –señalaron públicamente los comisionados– han marcado el preciso momento histórico del país, para orientar la enseñanza hacia el ideal socialista”.

El 8 de octubre de 1934 fue aprobado por la Cámara de Diputados el dictamen de las comisiones ampliamente discutido, y así quedaron reformados los artículos 3º y 73 fracción XXV, en términos que comenzaban puntualizando: “La educación que imparta el Estado será socialista, y, además de excluir toda doctrina religiosa, combatirá el fanatismo y los prejuicios, para lo cual la escuela organizará sus enseñanzas y actividades en forma que permita crear en la juventud un concepto racional y exacto del Universo y de la vida social.”

Cuando en la discusión le tocó el turno al diputado Arnulfo Pérez precisó: “La Escuela Socialista va a despertar en la niñez un sentimiento de rebelión, un sentimiento de repulsión incontenible contra todos los latrocinios cometidos por la plutocracia, amparada en las leyes individuales y respaldadas por el poder público. La Escuela Socialista va a formar en los niños el sentido de clase, indispensable para la organización de las masas y para realizar tarde o temprano la Revolución Proletaria.”

El día 28 de octubre de 1934, el Comité Nacional Proletario, defensor de la reforma, llevó a cabo una grandiosa manifestación de respaldo a la educación socialista, con 150 mil asistentes, según publicó el periódico El Nacional. Desde la sede del PNR, el candidato Cárdenas expresó su punto de vista: “La Escuela Socialista llegará a convertirse en un foco de sana actividad social que identifique la vida del pueblo con la escuela misma, formando un todo homogéneo, un centro de interés que ayude a purificar el medio, combatiendo los vicios y creando hábitos de trabajo y facilitando los recursos técnicos y cuya actividad se extenderá de la acción del maestro revolucionario, guiador y orientador de las voluntades de acción de todos.”

Los sectores enemigos de la educación socialista lanzaron protestas y ataques contra la reforma y provocaron martirios y asesinatos de muchos maestros. Los actores de los crímenes nunca fueron castigados, pese a que sus crímenes se extendieron por Aguascalientes, Durango, Jalisco, Michoacán, Morelos, Nayarit, Oaxaca, Puebla, Querétaro, Tamaulipas, Veracruz, Campeche y Zacatecas.

Ya siendo presidente de la República, Cárdenas defendió con denuedo la Educación Socialista. Baste como ejemplo un breve párrafo del discurso que pronunció el 30 de marzo de 1936. “Es mentira que la enseñanza socialista sea agente de disolución de los hogares y mentira también que ella pervierta a los hijos y los aparte de los padres. La Educación Socialista prepara al niño para que sepa cumplir, cuando hombre, con sus deberes de solidaridad dentro de una espíritu fraternal para sus compañeros de clase. La Escuela Socialista hará hombres más fuertes, más conscientes de sus responsabilidades y más dotados para actuar dentro de una organización social justa y un medio económico de acelerada evolución. Por lo demás, ni el Gobierno ni los maestros socialistas se ocupan de atacar las creencias religiosas”.

En sus días de exilio Elías Calles declaró a Los Ángeles Times (2 de junio de 1936): “Yo no estoy de acuerdo con las presentes tendencias comunistas en México. No temo a las nuevas ideas, pero no creo que los principios sustentados por el presente gobierno son aplicables a mi país”. Por su parte Manuel Gómez Morín, rector de la Universidad Nacional, formuló declaraciones atacando la Educación Socialista y defendiendo la libertad de cátedra.

Después de tomar posesión de la Presidencia el general Manuel Ávila Camacho, los elementos reaccionarios iniciaron, en 1941, una intensa campaña contra la educación socialista, pidiendo la derogación del Artículo 3º. De todos modos había dejado de tener vigencia al faltarle Cárdenas, su principal defensor. Ávila Camacho primero promulgó una nueva Ley Orgánica de la Educación y en 1945 se modificó el texto constitucional. El proyecto alemanista que ya comenzaba a perfilarse requería otro tipo de enseñanza, y no las reformas progresistas y democráticas instauradas por el régimen cardenista.

 

 

 

 

 



La educación socialista en México: 1933-1945
 
Como parte de un movimiento de masas que a comienzos de los treinta y durante más de un decenio se mantuvo vigente en México, la educación inspirada en el socialismo combatió frontalmente al fanatismo religioso y la ignorancia. Con el declive del cardenismo este proyecto educativo fue reemplazado por otro, que debía responder a las necesidades del alemanismo que ya se vislumbraba.



En el escaso tiempo de una docena de años se libró en México una de las batallas más intensas en contra de la educación anacrónica y retrógrada que predominaba en todos los niveles.


Los primeros planteamientos elaborados ya con precisión para que aconteciera un cambio se aprobaron en el Congreso Pedagógico reunido en Jalapa en 1932. Entre los compromisos establecidos por los concurrentes destacaban: “fortalecer en los educandos el concepto materialista del mundo” y “combatir los prejuicios religiosos que sólo han servido para matar la iniciativa individual”.

En 1933 la campaña en apoyo a la candidatura del general Lázaro Cárdenas a la Presidencia de la República abarcaba ya a sectores proletarios, estudiantiles y políticos. En esa campaña se preconizaba una reforma al Artículo 3º constitucional para, como se sostuvo en la Convención Nacional Estudiantil Pro-Cárdenas, reunida en Morelia, Michoacán, el 16 de julio de 1933, sustituir la enseñanza laica de los establecimientos oficiales de educación primaria y superior “por la educación integral socialista”. Frente a tales propuestas la Universidad Nacional se mantenía como un centro conservador de oposición al programa educativo y social de la Revolución.

Las dos posiciones quedaron en evidencia durante el debate que sostuvieron el marxista Vicente Lombardo Toledano y Antonio Caso, defensor del sector espiritualista, católico, conservador y contrarrevolucionario, apoyado éste por la prensa de derecha, por los estudiantes y profesores de esa orientación, e incluso por el presidente de la República Abelardo L. Rodríguez.

Por su parte la Confederación de Partidos Socialistas, en sesión celebrada en Veracruz el 29 de julio de 1933, en candente análisis, sostuvieron la tesis del socialismo científico.

En 1933 el bloque del Partido Nacional Revolucionario, durante la XXXV Legislatura Federal, designó una comisión especial, presidida por el diputado michoacano Alberto Bremauntz Martínez, para que estudiara el problema educativo y presentara una iniciativa para reformar el Artículo 3º Constitucional. Entre las auscultaciones la comisión tomó muy en cuenta la posición del precandidato Lázaro Cárdenas.

El 20 de diciembre de 1933 la comisión formuló un primer proyecto. Para el Artículo 3º puntualizaba: “La educación que se imparta será socialista en sus orientaciones y tendencias, pugnando porque desaparezcan prejuicios y dogmas religiosos, y se cree la verdadera solidaridad humana sobre las bases de una socialización progresiva de los medios de producción.”

Personajes del poder como el presidente Abelardo L. Rodríguez aceptaban combatir al clero, destruir el fanatismo religioso, librar una guerra a muerte contra el sectarismo religioso; pero consideraban más amenazante el sectarismo socialista.

Los comisionados, a pesar de la fuerza política de los opositores, decidieron por unanimidad continuar con la defensa de su proyecto y recibieron entusiastas apoyos de maestros profesores y políticos de todo el país, en especial de Lázaro Cárdenas y de Plutarco Elías Calles cuando el Partido Nacional Revolucionario se aprestaba a elaborar el Plan Sexenal. “Consideramos que los señores generales Calles y Cárdenas –señalaron públicamente los comisionados– han marcado el preciso momento histórico del país, para orientar la enseñanza hacia el ideal socialista”.

El 8 de octubre de 1934 fue aprobado por la Cámara de Diputados el dictamen de las comisiones ampliamente discutido, y así quedaron reformados los artículos 3º y 73 fracción XXV, en términos que comenzaban puntualizando: “La educación que imparta el Estado será socialista, y, además de excluir toda doctrina religiosa, combatirá el fanatismo y los prejuicios, para lo cual la escuela organizará sus enseñanzas y actividades en forma que permita crear en la juventud un concepto racional y exacto del Universo y de la vida social.”

Cuando en la discusión le tocó el turno al diputado Arnulfo Pérez precisó: “La Escuela Socialista va a despertar en la niñez un sentimiento de rebelión, un sentimiento de repulsión incontenible contra todos los latrocinios cometidos por la plutocracia, amparada en las leyes individuales y respaldadas por el poder público. La Escuela Socialista va a formar en los niños el sentido de clase, indispensable para la organización de las masas y para realizar tarde o temprano la Revolución Proletaria.”

El día 28 de octubre de 1934, el Comité Nacional Proletario, defensor de la reforma, llevó a cabo una grandiosa manifestación de respaldo a la educación socialista, con 150 mil asistentes, según publicó el periódico El Nacional. Desde la sede del PNR, el candidato Cárdenas expresó su punto de vista: “La Escuela Socialista llegará a convertirse en un foco de sana actividad social que identifique la vida del pueblo con la escuela misma, formando un todo homogéneo, un centro de interés que ayude a purificar el medio, combatiendo los vicios y creando hábitos de trabajo y facilitando los recursos técnicos y cuya actividad se extenderá de la acción del maestro revolucionario, guiador y orientador de las voluntades de acción de todos.”

Los sectores enemigos de la educación socialista lanzaron protestas y ataques contra la reforma y provocaron martirios y asesinatos de muchos maestros. Los actores de los crímenes nunca fueron castigados, pese a que sus crímenes se extendieron por Aguascalientes, Durango, Jalisco, Michoacán, Morelos, Nayarit, Oaxaca, Puebla, Querétaro, Tamaulipas, Veracruz, Campeche y Zacatecas.

Ya siendo presidente de la República, Cárdenas defendió con denuedo la Educación Socialista. Baste como ejemplo un breve párrafo del discurso que pronunció el 30 de marzo de 1936. “Es mentira que la enseñanza socialista sea agente de disolución de los hogares y mentira también que ella pervierta a los hijos y los aparte de los padres. La Educación Socialista prepara al niño para que sepa cumplir, cuando hombre, con sus deberes de solidaridad dentro de una espíritu fraternal para sus compañeros de clase. La Escuela Socialista hará hombres más fuertes, más conscientes de sus responsabilidades y más dotados para actuar dentro de una organización social justa y un medio económico de acelerada evolución. Por lo demás, ni el Gobierno ni los maestros socialistas se ocupan de atacar las creencias religiosas”.

En sus días de exilio Elías Calles declaró a Los Ángeles Times (2 de junio de 1936): “Yo no estoy de acuerdo con las presentes tendencias comunistas en México. No temo a las nuevas ideas, pero no creo que los principios sustentados por el presente gobierno son aplicables a mi país”. Por su parte Manuel Gómez Morín, rector de la Universidad Nacional, formuló declaraciones atacando la Educación Socialista y defendiendo la libertad de cátedra.

Después de tomar posesión de la Presidencia el general Manuel Ávila Camacho, los elementos reaccionarios iniciaron, en 1941, una intensa campaña contra la educación socialista, pidiendo la derogación del Artículo 3º. De todos modos había dejado de tener vigencia al faltarle Cárdenas, su principal defensor. Ávila Camacho primero promulgó una nueva Ley Orgánica de la Educación y en 1945 se modificó el texto constitucional. El proyecto alemanista que ya comenzaba a perfilarse requería otro tipo de enseñanza, y no las reformas progresistas y democráticas instauradas por el régimen cardenista.