La transformación del sistema educativo era fundamental para la mecánica del Cardenismo: sin una educación acorde con los principios y los ideales del nuevo gobierno, las reformas no podrían sobrevivir más allá del sexenio. Por esta razón, Cárdenas inició una profunda transformación del sistema escolar.
Bajo el amparo de una suerte de filosofía de la educación socialista -que en realidad sólo pretendía la preparación de los estudiantes para desempeñar un trabajo en aras del bien común-, la propuesta educativa de Lázaro Cárdenas pretendía alcanzar las siguientes metas:
* Disminuir el analfabetismo al máximo posible, pues a pesar del esfuerzo que algunos gobiernos.
Revolucionarios emprendieron en este sentido, los resultados eran desalentadores: una buena parte de los mexicanos aún no sabían leer y escribir.
* Incorporar a los sectores menos favorecidos de la sociedad a la educación elemental. Para esto era necesario que los servicios educativos llegaran a los sitios más lejanos por medio de misiones culturales.
* Capacitar científica y tecnológicamente a la población para desempeñar sus trabajos y fortalecer el desarrollo económico del país.
* Incrementar el número de escuelas y profesores.
Como resultado del llamado del presidente Cárdenas, cientos de profesores se sumaron a este esfuerzo y enfrentaron el reto de encontrarse con un campesinado que todavía no olvidaba las heridas de la cristiada y, en más de una ocasión, vació el odio acumulado en los miembros de las misiones culturales. Por esta razón no fue casual que muchas de ellas -al intentar iniciar el proceso de "desfanatización"- encendieran una mecha que parecía estar apagada.
Evidentemente, los proyectos educativos del Cardenismo no miraban con buenos ojos a la Universidad Nacional Autónoma de México. Desde la perspectiva del Cardenismo, la UNAM cometía un terrible pecado: fomentaba el individualismo entre sus alumnos y les restaba su responsabilidad social. A pesar de las contribuciones de la máxima casa de estudios al programa de servicio social, la desconfianza no disminuyó e, incluso, se materializó en la reducción del subsidio gubernamental, principal sostén de la universidad.
Incluso, como una suerte de contrapeso de la UNAM, el Cardenismo fundó una nueva institución educativa que era perfectamente acorde con sus ideas políticas: el Instituto Politécnico Nacional. Desde el punto de vista del presidente, el IPN no sólo contribuiría al desarrollo tecnológico del país con estudiantes altamente capacitados, sino que también evitaría que el individualismo marcara su destino gracias al fomento de un fuerte compromiso con la sociedad.
El compromiso del Cardenismo con la educación también tuvo un impacto en el arte y algunas ciencias sociales: el muralismo -cuya génesis se verificó durante el gobierno de Álvaro Obregón- recuperó su fortaleza y los muros públicos se llenaron de sus consignas, mientras que sus creadores se organizaban en torno a la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios; por su parte, la música intentó -y en algunos casos logró con gran éxito- convertirse en un arte mexicanísimo y la antropología recibió las bendiciones del régimen apoyando a Alfonso Caso.
Aparentemente, todas las acciones del Cardenismo iban en el rumbo adecuado; sin embargo, en 1940, el país tendría que tomar un nuevo camino.
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